El Sacro Imperio Romano Germánico.

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El Sacro Imperio Romano Germánico fue una entidad política y territorial que existió desde el año 962 hasta 1806 en Europa central y oriental. Fue fundado por el emperador Otón I después de vencer a los reyes magiares en la Batalla de Lechfeld en 955.

El título de “Sacro” se refiere a la elección divina de los emperadores, y “Romano” se refiere a la continuidad histórica con el antiguo Imperio Romano. El Imperio se componía de una gran cantidad de estados independientes y territorios, con una estructura feudal y un sistema de gobierno electivo para el emperador.

Aunque tenía un emperador como líder nominal, en la práctica el poder real estaba en manos de los príncipes y los estados independientes. El Imperio alcanzó su punto máximo de poder y extensión bajo los emperadores Otón III y Enrique II, pero comenzó a declinar en el siglo XIII debido a las guerras internas y las invasiones extranjeras. Finalmente fue disuelto en 1806 por Napoleón Bonaparte.

¿Pero por qué Sacro, por qué Romano y por qué Germano?

El Sacro Imperio Romano Germánico (en alemán, Heiliges Römisches Reich Deutscher Nation; en latín, Sacrum Romanum Imperium Nationis Germanicae) fue una entidad política y territorial situada en Europa central y occidental, gobernada por el emperador romano germánico desde la Edad Media hasta el inicio de la Edad Contemporánea.

El nombre del Imperio se deriva de la pretensión de los gobernantes alemanes de continuar la tradición del Imperio carolingio, el cual había revivido el título de emperador romano en Occidente como una forma de conservar el prestigio del antiguo Imperio romano. El adjetivo “sacro” no fue utilizado hasta el reinado de Federico Barbarroja, para legitimar su existencia como la voluntad divina en el sentido cristiano.

Corona del Sacro Imperio actualmente en la Schatzkammer de Viena.

El Imperio fue fundado en 962 por la dinastía sajona a partir de la antigua Francia Oriental, y se convirtió en la entidad predominante en Europa central durante casi un milenio hasta su disolución en 1806.

En su momento de mayor expansión, el Imperio comprendía casi todo el territorio de la actual Europa central, así como partes de Europa del sur. El Imperio nunca se convirtió en un Estado nación o en un Estado moderno, sino que mantuvo un gobierno monárquico y una tradición imperial.

El poder del Imperio no se encontraba únicamente en manos del emperador romano germánico, ni de los príncipes electores o de un conjunto de personas como la Dieta Imperial. Por lo tanto, el Imperio no puede ser entendido como un Estado federal ni como una confederación. Tampoco era una simple aristocracia u oligarquía, aunque presentaba características propias de todas estas formas estatales.

El Sacro Imperio nunca tuvo vocación de convertirse en un Estado-nación. En su lugar, buscó integrar naciones en un solo concepto sagrado de naciones renacentistas con bases católicas cristiano-romanas y un mismo propósito común, a pesar del carácter germánico de la mayor parte de sus gobernantes y habitantes.

Desde sus inicios, el Sacro Imperio estuvo constituido por diversos pueblos, y una parte sustancial de su nobleza y cargos electos procedía de fuera de la comunidad germano-hablante.

En su apogeo, el Imperio englobaba la mayor parte de las actuales Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa y Eslovenia, así como el este de Francia, norte de Italia y oeste de Polonia. Con ellos venían también sus idiomas, que comprendían multitud de dialectos y variantes de lo que formarían el alemán, el italiano y el francés, además de las lenguas eslavas.

Otra diferencia importante es su división en numerosos territorios gobernados por príncipes seculares y eclesiásticos, obispos, condes, caballeros imperiales y ciudades libres. Esto hacía de él, al menos en la época moderna, un territorio mucho menos cohesionado que los emergentes Estados modernos que tenía a su alrededor.

A diferencia de las confederaciones, el concepto de imperio no solo implicaba el gobierno de un territorio específico, sino que tenía fuertes connotaciones religiosas (de ahí el prefijo sacro), y durante mucho tiempo mantuvo un fuerte ascendiente sobre otros gobernantes del orbe cristiano. Hasta 1508, los reyes alemanes no eran considerados como emperadores hasta que el papa los hubiese coronado formalmente como tales.

El Sacro Imperio Romano en su mayor extensión, en el siglo xiii.

Estructura y organización.

El Imperio se componía oficialmente del rey, que debía ser coronado emperador por el Papa (hasta 1508), y los Reichsstände (Estados imperiales). La coronación de Carlomagno como emperador de los romanos en 800 sentó el ejemplo para los reyes posteriores y estableció al emperador como protector de la Iglesia.

Para convertirse en emperador, era necesario previamente acceder al título de rey de los alemanes, que desde tiempos inmemoriales se eligía entre los líderes de las tribus más importantes, luego entre los duques laicos y religiosos del reino, y finalmente entre los llamados Kurfürsten (príncipes electores). El colegio de electores quedó establecido mediante la Bula de Oro de 1356, y su número varió ligeramente a través de los años.

Carlomagno y el imperio Carolingio

Carlomagno fue un líder político y militar francés que vivió en la Alta Edad Media. Nació en el año 742 y murió en 814. Es conocido como el fundador del Sacro Imperio Romano Germánico y es considerado uno de los líderes más importantes de la historia de Europa.

Carlomagno comenzó su carrera como rey de los francos en 771, luego de suceder a su padre, Pipino el Breve. Durante su reinado, llevó a cabo una serie de campañas militares con el objetivo de expandir su territorio y fortalecer su poder. En 774, conquistó la región de Aquitania en el oeste de Francia, y en 778 llevó a cabo una famosa expedición a España, conocida como la expedición de Roncesvalles.

En el año 800, Carlomagno fue coronado emperador romano por el Papa León III en Roma. Con esta coronación, se convirtió en el primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, una entidad política que se extendía por gran parte de Europa occidental y central. Durante su reinado como emperador, Carlomagno luchó para unificar los diferentes territorios bajo su control y establecer un sistema de gobierno centralizado.

Los estados imperiales.

Los príncipes electores del Sacro Imperio eran una entidad era considerada como un Reichsstand o Estado imperial conforme a las leyes feudales, no tenía más autoridad por encima que la del emperador del Sacro Imperio.

Entre dichos Estados se contaban:

  • Territorios gobernados por un príncipe o duque, y en algunos casos reyes (a los gobernadores del Sacro Imperio, con la excepción de la Corona de Bohemia, no se les permitía ser reyes de territorios dentro del Imperio; sin embargo, algunos gobernaron reinos fuera del mismo, como ocurrió durante algún tiempo con el reino de Gran Bretaña, cuyo monarca era también Príncipe elector de Brunswick-Luneburgo).
  • Territorios eclesiásticos dirigidos por un obispo o un príncipe-obispo. En el primer caso, el territorio era con frecuencia idéntico al de la diócesis, recayendo en el obispo tanto los poderes mundanos como los eclesiásticos; un ejemplo, entre muchos otros, podría ser el de Osnabrück. Por su parte, un príncipe-obispo de notable importancia en el Sacro Imperio fue el obispo de Maguncia, cuya sede episcopal se encontraba en la catedral de esa ciudad.
  • Ciudades imperiales libres
  • El número de territorios era increíblemente grande, llegando a varios centenares en tiempos de la Paz de Westfalia, no sobrepasando la extensión de muchos de ellos unos pocos kilómetros cuadrados. El Imperio, en una definición afortunada, era descrito como una «alfombra hecha de retales» (Flickenteppich).

La Dieta Imperial (Reichstag)

El poder del emperador estaba fuertemente restringido por los diversos líderes locales, y las tareas habituales de un soberano eran sumamente complejas. La Dieta Imperial (Reichstag) se estableció como órgano legislativo del Imperio y se transformó en una asamblea permanente en 1663.

Una entidad era considerada como un Estado imperial si, de acuerdo con las leyes feudales, no tenía más autoridad sobre ella que el emperador. Los Estados imperiales tenían derecho a enviar representantes a la Dieta y a negociar tratados con otros Estados. Sin embargo, cada Estado imperial tenía su propia constitución, ejército y moneda, y el emperador no podía intervenir en sus asuntos internos.

Cortes Imperiales.

El Imperio también contaba con dos Cortes.

El consejo Áulico

El Consejo Áulico, también conocido como Reichshofrat, fue uno de los dos tribunales supremos del Sacro Imperio Romano Germánico en la época medieval. Se originó como un consejo financiado por el emperador y organizado por Maximiliano I en 1497 como rival del Reichsregiment.

Era compuesto por un canciller, un vicecanciller, un viceministro y 18 consejeros, elegidos y pagados por el emperador, con la excepción del viceministro nombrado por el elector de Maguncia. La sede del Consejo Áulico estaba en la residencia imperial en Viena y se disolvía con la muerte del emperador.

Sin embargo, con el triunfo de Napoleón I después de la Batalla de Austerlitz en 1806, el Sacro Imperio Romano Germánico y el Consejo Áulico dejaron de existir como institución imperial. Un consejo de guerra del mismo nombre fue creado en el Imperio austríaco.

La Reichskammergericht.

El Tribunal de la Cámara Imperial, también conocido como Reichskammergericht, fue uno de los tribunales supremos del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue creado en 1495 durante el gobierno del emperador Maximiliano I de Habsburgo como un contrapeso al poder del emperador. Aunque en teoría podía manejar todos los asuntos legales del Sacro Imperio, en la práctica sus competencias estaban limitadas.

Edificio de la Cámara de la Corte Imperial en Alemania.

La Cámara Imperial también era famosa por su extrema lentitud en resolver los casos y emitir veredictos. A menudo tardaba siglos en emitir un veredicto en casos de disputas entre principados del Imperio. Esta lentitud, junto con el poco interés de las partes pleiteantes en resolver sus pleitos o en alterar el statu quo, contribuyó a la extinción del Tribunal de la Cámara Imperial en 1806.

Querella de las Investiduras

La querella de las investiduras se originó en el reinado del primer emperador Otón I, quien se atribuyó el derecho a nombrar a los obispos del Imperio. Los papas se opusieron a esta pretensión imperial, afirmando que ellos debían tener la última palabra en los nombramientos episcopales. El desacuerdo continuó y aumentó con los sucesores de Otón I. El monje Hildebrando, quien se convirtió en Papa con el nombre de Gregorio VII, lideró un movimiento para purificar a la Iglesia de los asuntos políticos.

El enfrentamiento llegó a su punto máximo cuando el emperador Enrique IV continuó nombrando obispos en ciudades imperiales, lo que llevó al Papa a amenazarlo con la excomunión. En respuesta, el emperador declaró depuesto al Papa. El Papa excomulgó al emperador en un sínodo convocado en Roma en 1076. La excomunión era un problema serio para el emperador ya que podía llevar a que sus súbditos se desligaran del vínculo feudal. El emperador tuvo que ceder y hacer penitencia en la nieve a las puertas del Papa hasta que este le levantó la excomunión en 1077. Sin embargo, el emperador utilizó la violencia contra algunos de sus vasallos, lo que llevó a una nueva excomunión.

Otón I y los Sajones.

Otón I, también conocido como Otón el Grande, fue el primer emperador de Alemania y fundador de la dinastía sajona de los emperadores. Nació en 912 y reinó desde 936 hasta su muerte en 973. Durante su reinado, Otón luchó para unificar los diferentes reinos germánicos y establecer su autoridad sobre ellos.

Oton I el Grande fundador de la Dinastía Sajona

Otón se convirtió en rey de los sajones en 936, y en 939 venció a los magiares en la Batalla de Lechfeld, lo que puso fin a las incursiones magiares en Europa central. En 951, Otón fue coronado emperador por el Papa Juan XII en Roma, lo que marcó el comienzo del Sacro Imperio Romano Germánico.

Durante su reinado, Otón luchó para imponerse a sus súbditos feudales y atribuirse el derecho de nombrar a los obispos del Imperio. Este enfrentamiento, conocido como la querella de las investiduras, continuó con sus sucesores y llegó a su punto álgido con el papa Gregorio VII.

En general, Otón I es considerado como uno de los mayores gobernantes de la Edad Media y es conocido por su papel en la unificación de los reinos germánicos y su lucha contra los magiares. Su reinado marcó el comienzo de una nueva era en la historia de Europa, en la que se estableció el Sacro Imperio Romano Germánico y se estableció una dinastía sajona en el trono imperial.

Federico Barbarroja

Federico I de Hohenstaufen, conocido como Barbarroja debido al color de su barba, fue un líder importante en la historia del Sacro Imperio Romano Germánico.

Ocupó el cargo de duque de Suabia con el nombre de Federico III desde 1147, rey de los Romanos desde 1152 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a partir de 1155. Su reinado marcó el apogeo del imperio y fue responsable de fortalecer el poder imperial tanto dentro de Alemania como en el norte de Italia. También introdujo un cuerpo legislativo unificado basado en el derecho romano.

Sin embargo, su fama en la historia moderna está vinculada al nacionalismo alemán del siglo XIX, ya que fue un referente para los nacionalistas alemanes que buscaban reunificar el país bajo un poder fuerte, como el del emperador. La familia real prusiana también se legitimó como soberanos de una Alemania unida a través de su relación con Barbarroja.

Reforma imperial

Las reglas sobre cómo el rey, los electores y otros duques debían cooperar en el imperio dependían de la personalidad de cada rey, lo que resultó fatal cuando reyes como Segismundo de Hungría y Federico III de Habsburgo evitaron los territorios tradicionales del imperio y residían principalmente en sus estados patrimoniales.

Esto llevó a la inactividad del Hoftag, la asamblea de los líderes del reino, y la Dieta (Reichstag) no ejerció como cuerpo legislativo del imperio, y los duques a menudo se involucraron en disputas internas que a menudo llevaron a guerras locales. Al mismo tiempo, la iglesia también estaba en crisis, con conflictos entre diferentes papas que solo pudieron resolverse en el Concilio de Constanza (1414-1418).

Después de 1419, la energía se concentró en combatir la herejía husita. La idea medieval de un solo Corpus Christianorum, en el que el papado y el imperio eran las principales instituciones, comenzó a decaer. Debido a estos cambios drásticos, surgieron fuertes discusiones sobre el imperio en sí durante el siglo XV, y las antiguas reglas ya no se ajustaban a la estructura actual, y aumentó el llamado a fortalecer el antiguo Landfrieden.

Durante este tiempo surge el concepto de “reforma” en el sentido del verbo latino re-formare, para recuperar la forma pasada que se había perdido. A finales del siglo XV, el imperio mantuvo cierta influencia en la política del Reino de Hungría. El emperador Federico III de Habsburgo recibió en su corte a Isabel, hija del difunto Segismundo de Hungría, viuda del rey Alberto de Hungría (también de la Casa de los Habsburgo), que huía con su hijo recién nacido y coronado Ladislao V de Hungría a causa de la inestabilidad.

Martín Lutero y la Reforma protestante.

La Reforma protestante tuvo un gran impacto en el Sacro Imperio Romano Germánico. La división religiosa entre católicos y protestantes provocó una gran cantidad de conflictos y enfrentamientos, tanto a nivel político como a nivel social.

Los protestantes, liderados por figuras como Martín Lutero, criticaban la corrupción y las prácticas abusivas de la Iglesia Católica y promovían una interpretación más estricta de las Escrituras. Esto generó una gran cantidad de tensiones entre los partidarios de ambas creencias, y el Imperio se vio sacudido por guerras religiosas y conflictos políticos.

A medida que el protestantismo se extendió por el Imperio, los líderes católicos lucharon para mantener el control y reprimir las creencias protestantes. El resultado final fue una gran fragmentación del Imperio, ya que los estados protestantes se separaron del control católico y formaron alianzas independientes. En general, la Reforma protestante tuvo un gran impacto en el Imperio, socavando su estabilidad y debilitando su autoridad.

El Imperio se dividió entre Carlos V y su hijo Felipe II, quien recibió la corona española, los Países Bajos y la herencia italiana de los Reyes Católicos. Su hermano Fernando se quedó con los territorios germanos e italianos del imperio y la corona de emperador. En 1526, tras la batalla de Mohács y la muerte del rey Luis II de Hungría, los ejércitos otomanos ocuparon el reino y Fernando de Habsburgo reclamó la corona para sí mismo al haber tomado por esposa a Ana Jagellón de Hungría y por otra parte, María de Habsburgo había sido entregada en matrimonio al rey húngaro. La Casa de los Habsburgos reinaría sobre Hungría y Bohemia hasta 1918.

Por otra parte, el norte de los Países Bajos, principalmente protestante, logró separarse de la corona española y el conflicto derivó en la Guerra de los Treinta Años, que devastó el Imperio. Potencias extranjeras como Francia y Suecia intervinieron en el conflicto, reforzando el poder de los contendientes y apoderándose de territorio imperial.

El mayor impacto de la Reforma Protestante fue la eliminación de uno de los más importantes focos de unidad en que se sustentaba el Sacro Imperio, la unidad cristiana bajo el seno de la Iglesia Romana, y que era relevante para las ambiciones imperialistas de los gobernantes del Imperio. Esto representó la ruptura definitiva de la unidad cristiana de la Europa Central y Occidental y en lo sucesivo sería prácticamente imposible que los países de estas zonas europeas desarrollaran una política exterior especialmente soportada en una visión definitiva del cristianismo, hiriendo de muerte el imperialismo basado en la religión.

La disolución del imperio.

En el siglo XVIII, el Sacro Imperio se vio amenazado por las rivalidades con otras potencias como Francia, el Imperio Ruso, Prusia y el Imperio Británico. Esto se debió a las tentativas de los Habsburgo de extender su influencia sobre los mares dominados por estas potencias, especialmente después de la decadencia naval de España, las Provincias Unidas y Portugal.

Finalmente, el 6 de agosto de 1806, el Imperio desapareció formalmente cuando su último emperador Francisco II (desde 1804 conocido como Francisco I de Austria) decretó la supresión del Sacro Imperio en un intento de evitar que Napoleón Bonaparte se apropiara del título y la legitimidad histórica del mismo. A pesar de esto, los sucesores de Francisco II continuaron titulándose emperadores de Austria hasta 1918.

Banderas

Bandera Silo XIV
1400
1400 a 1800
1437 a 1493 con escudo de armas
1493 a 1556 con escudo de armas

Lista de monarcas del Sacro Imperio Romano Germano.

A continuación se presenta una lista de monarcas asociados con el Sacro Imperio Romano Germánico, aunque es importante mencionar que no es una lista exhaustiva ya que algunos gobernantes pueden haber sido omitidos debido a la complejidad de la historia del imperio:

  1. Otón I el Grande (936-973)
  2. Otón II (973-983)
  3. Otón III (983-1002)
  4. Enrique II (1002-1024)
  5. Conrad II (1024-1039)
  6. Heinrich III (1039-1056)
  7. Heinrich IV (1056-1106)
  8. Enrique V (1106-1125)
  9. Lothar III (1125-1137)
  10. Conrad III (1138-1152)
  11. Federico I Barbarroja (1152-1190)
  12. Enrique VI (1190-1197)
  13. Otón IV (1198-1218)
  14. Federico II (1212-1250)
  15. Ricardo Corazón de León* (1257-1272)
  16. Adolfo de Nassau (1292-1298)
  17. Alberto I de Habsburgo (1298-1308)
  18. Ludovico IV de Baviera (1314-1317)
  1. Juan de Luxemburgo (1310-1346)
  2. Carlos IV de Luxemburgo (1346-1378)
  3. Sigismundo de Luxemburgo (1410-1437)
  4. Alberto II de Habsburgo (1438-1439)
  5. Federico III de Habsburgo (1440-1493)
  6. Maximiliano I de Habsburgo (1493-1519)
  7. Carlos V de Habsburgo (1519-1556)
  8. Felipe II de Habsburgo (1556-1598)
  9. Rudolf II de Habsburgo (1576-1612)
  10. Matías de Habsburgo (1612-1619)
  11. Ferdinando II de Habsburgo (1619-1637)
  12. Carlos II de Habsburgo (1665-1700)
  13. José I de Habsburgo (1705-1711)
  14. Carlos VI de Habsburgo (1711-1740)
  15. María Teresa de Habsburgo (1740-1780)
  16. José II de Habsburgo (1780-1790)
  17. Leopoldo II de Habsburgo (1790-1792)
  18. Francisco II de Habsburgo (1792-1806)
Segismundo de Luxemburgo
Carlos IV de Hasburgo (España)
Heinrich III
Ludovico IV de Baviera
Adolfo Nassau
María Teresa de Habsurgo (Austria)

El Circulo de Baviera

NombreTipo de entidadComentarios
 Baviera DucadoIncluyendo el Alto Palatinado
 BerchtesgadenPrebostazgo
 BreiteneckSeñorío
 EhrenfelsSeñorío
 FreisingObispado
 HaagCondadoEn posesión de los duques de Baviera desde 1567
 HohenwaldeckSeñorío
 LeuchtenbergLandgraviato
 Niedermünster in RegensburgAbadía
 Obermünster in RegensburgAbadía
 OrtenburgCondado
 Palatinado-NeuburgDucado
 Palatinado-SulzbachDucado
 PassauObispado
 RatisbonaObispadoFue capital administrativa del Imperio durante muchos siglos de su existencia
 RatisbonaCiudad imperial libre
 SalzburgoArzobispado
 St Emmeram in RegensburgAbadía
 SternsteinCondado
 Sulzbürg y PyrbaumSeñorío
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